Taller La Resolución para hombres – Sesión 5 – Promete guiar a tu familia

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Cuando Moisés había muerto, toda la nación de Israel estaba conmocionada. Este sabio, poderoso y santo los había guiado durante 40 años desde su milagrosa partida de Egipto. Ahora ya no estaba, y un grupo inmenso de personas se había quedado estacionado en el desierto, con muchas necesidades físicas y desesperados por la falta de un nuevo liderazgo que los guiara. Era obvio que el lugar de Moisés no lo iba a ocupar nadie a la ligera.

(Josué.1) Cuando nadie tenía idea de quién sería el nuevo líder, Dios levantó a Josué y aunque era de esperarse que tuviera dudas, temores y una falta evidente de preparación, nuestro Padre Celestial lo estaba dotando de cuatro recursos espirituales que lo ayudarían a liderar al pueblo de Dios:

Le dio Autoridad ordenada por Dios: “Cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué.1:3)

Le dio la Palabra de Dios para que meditara en ella “día y noche”, hiciera “prosperar” su camino y tuviera “éxito” en todo lo que emprendiera (Josué.1:8)

Le dio la Presencia de Dios como compañía confiable, guía y escudo. “El Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Josué.1:9)

Le dio al Pueblo de Dios para que lo apoyara y lo alentara (Josué.1:16-18)

Aquí es importante resaltar que estos cuatro recursos espirituales están disponibles hoy para todos los hombres de Dios, esposos y padres de familia en su función de líderes de sus familias.

Otro aspecto que fue determinante es que en siete ocasiones Dios alentó a Josué con las mismas palabras, el mismo desafío, Josué escucho varias veces: “Sé fuerte y valiente”. Este fue su código y modelo de liderazgo. Fue su grito de guerra.

¿Por qué repetirle la frase a Josué tantas veces? Dios sabía perfectamente que un líder suele sentirse abrumado y volverse temeroso y pasivo ante las constantes amenazas que lo aquejan. Y por el contrario, Dios diseño el liderazgo fundamentado en la fortaleza y el valor que todo varón debería mostrar.

En cada ocasión adversa que atravieses estando en tu papel de líder puedes estar seguro que Dios te repite el mismo mensaje “Sé fuerte y valiente”. Y lo hace porque el valor es el principal atributo que un líder demuestra para seguir avanzando contra la corriente y usar su influencia para movilizar a los demás hacia la dirección correcta.

Si tu familia no puede ver que “eres valiente a los ojos de Dios” no te seguirá y terminará buscando un líder fuera de ti. No importa que no seas perfecto, la gente te seguirá si demuestras valor.

El mismo diablo, verá si te falta valor para atacarte y mentirte diciendo que no tienes lo necesario para liderar a tu esposa e hijos, te señalará tus errores y pecados del pasado, tratando de desanimarte y buscando hacerte desistir.

El liderazgo está basado en el valor para confiar en Dios, para hacer lo correcto, para permanecer firme, para mantener el empuje, para no derrumbarse bajo presión, para volver a levantarte cuando has sido derribado y hacerlo una y otra y otra vez. (2Cor.4:8-9, 16)

Como líderes debemos llevar una vida de oración (Mr.1:35) (Mr.14:32), debemos hacer preguntas, buscar consejo de Dios y de los hermanos en la fe, conseguir todo el apoyo, descansar en la autoridad y en la Palabra de Dios, en Su presencia y Su pueblo. Al mismo tiempo, decidir constantemente ser fuertes y valientes (Josue.1:6,9,18) (1Cro.22:13) (1Cro.28:20) (Dt.31:6-7), asumiendo la responsabilidad de liderar a nuestras familias. (1Ped.5:2) (Hch.20:28) (Heb.10:21). Esto es lo que Dios te ha llamado a ser, empezando por tu casa. (Josue.24:15)

Tu matrimonio es tu responsabilidad

¿Te has dado cuenta que como líder de tu hogar, la mayor responsabilidad del éxito de tu matrimonio recae en ti como varón? Estás al volante, esta verdad no la puedes evadir. (Ef.5:23) Ante cualquier fracaso debemos asumir la responsabilidad por nuestro papel de guías y haber permitido que eso sucediera ante nuestros ojos. Muchos hombres actuamos como Adán en el huerto cuando culpo a Eva en vez de asumir la culpa y responsabilidad. (Gn.3:12)

Es sumamente raro que una esposa desee dar por terminado su matrimonio si el esposo lo lidera con visión, amor, sabiduría, dirección de Dios y además la ama de manera incondicional. Dios ha puesto algo en el hombre que lo hace desear ser valiente. Y cuando un hombre usa ese valor para liderar bien a su esposa, ella suele florecer, lo respeta más y experimenta una mayor sensación de seguridad, desarrolla una fidelidad. Cuando el hombre no demuestra valor la mujer siente un vacío que deseará llenar ella misma o buscar quién lo haga. Si la mujer toma el lugar de líder perderá respeto por su esposo (Ef.5:33), habrá resentimientos y empezarán los sentimientos de duda considerando la posibilidad del divorcio. (1Cor.7:27)

El mito del liderazgo compartido (50/50) es una farsa que crea dos cabezas, contradice La Palabra de Dios (Ef.5:23) (Col.3:18) (Ef.5:24) y crea dos personas que intentan conducir al mismo tiempo. No podemos compartir la tarea de bendecir y honrar a nuestras esposas, eso nos toca a nosotros. (Col.3:19).

Desde siempre la historia está plagada de hombres egoístas que dominaron, menospreciaron, ignoraron y abusaron de sus esposas en el nombre del liderazgo masculino, en ocasiones tratando a la mujer como ciudadanos de segunda clase. Sin embargo en el diseño bíblico el fuerte sirve y hasta muere por el débil. El líder sirve y protege. (Ef.5:21)

Cuanto más poder Dios te conceda, más humilde, sacrificial y servicial debes ser. Eso es lo que Dios quiere. El mejor ejemplo de esto nos lo dejó nuestro Señor Jesús y lo vemos en (Mr.10:42-45) NTV Así que Jesús los reunió a todos y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos. 43 Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, 44 y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá ser esclavo de los demás. 45 Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos».

Como esposo dale a tu esposa la firme protección y la provisión que necesita. Libérala de tener que acarrear el matrimonio y la familia. Rescátala. Y dale el tiempo para que derrame su vida, su amor y su atención en los hijos. (Gn.2:18) Para que la mujer pueda desarrollar el papel que Dios diseño para ella como esposa es necesario que nosotros nos encarguemos de lo que nos corresponde.

La Palabra de Dios dice que debemos vivir de manera comprensiva con nuestra esposa, tratándola y sirviéndola como coheredera de la gracia de la vida ya que si no lo hacemos nuestras oraciones serán estorbadas iniciando con ello la debacle en el matrimonio porque perderemos el beneficio de recibir consejo, guía y discernimiento que sólo Dios puede proveernos. (1Ped.3:7) “De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes. A todos los cristianos”

Tus hijos son tu responsabilidad

Sigamos avanzando un paso más. Ahora veremos en (Dt.6:4-9) que como líder ordenado por Dios en el hogar, la responsabilidad principal de la capacitación y la enseñanza de los hijos recae también sobre los hombros del padre. No en su esposa, ni en el sistema escolar, ni en los líderes de la congregación. (Prov.22:6) (Prov.1:8) (Prov.6:20) La esposa no debe ser ajena al proceso de enseñanza de los hijos, sin embargo, la responsabilidad mayor es del padre de familia.

¿Cómo ser el líder espiritual de tu familia?

Cuando quitas todo lo demás y regresas a las bases, la clave para cualquier éxito human (como esposo, padre o en cualquier otro rol que desempeñes) es tu propio andar con Dios. (Sal.37:5) No sólo los domingos sino todos los días. En (Jn.15:4-5) Jesús explica claramente que permanecer en comunión cercana con Él es el secreto para verdaderamente rendir frutos que permanezcan, es decir, frutos eternos. Confiar en Él te hace sabio, descansar en Él te hace fuerte, seguirlo te enseña cómo liderar a tu familia. (Sal.37:23)

De manera que el liderazgo con tu familia comienza con tu tiempo a solas con Dios. (1Jun.1:3) Es sumamente importante para el hombre apartar un tiempo cada día para orar, leer Las Escrituras (1Ped.2:2) y poner el corazón en sintonía con el de Dios. (Sal.27:8) (Ro.12:2) Quizás es un concepto nuevo para ti, pero es un paso fundamental para un liderazgo espiritual fuerte.

A Dios le gusta que el hombre lo busque. Él promete: “Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón” (Jer.29:13). Así que elige un momento cada día para encontrarte con Dios. Apártalo y úsalo bien.

Al enfocarte en tu relación con Dios, te parecerá más natural desear que tu esposa y tus hijos disfruten de eso mismo. (2Tim.3:16) Liderar a tu familia con La Palabra es clave para ayudarlos atravesar dificultades, amarse unos a otros y crecer espiritualmente.

Además del tiempo a solas con Dios, muchos hombres están aprendiendo cuán poderoso y efectivo puede ser tener un tiempo devocional juntos como familia o si estás casado y no tienes hijos, tu tiempo devocional en pareja. Si tienes hijos también pueden gozar de este tiempo devocional juntos. Puede ser algo tan simple como reunirse en una habitación de la casa, conversar sobre cómo le va a cada uno, leer un capítulo de la Biblia en voz alta y orar pidiéndole a Dios que los ayude a aplicar lo escuchado.

Cuanto más tiempo pases con tu familia en la Palabra de Dios, más verdades liberadoras y principios poderosos a aplicar a la vida descubrirán tú y tus hijos. Y aunque hoy parezca complicado comenzar, debes hacerlo empezando con tu tiempo a solas con Dios y pidiendo Su guía en este proceso.
Para continuar desarrollando tu liderazgo debes hacer varios compromisos más delante de Dios, veamos los más importantes.

“Prometo amarlos”

La historia mundial nos enseña como el hombre ha fundamentado sus conquistas y el establecimiento de nuevos reinos usando la fuerza física y la opresión, sin embargo, Nuestro Señor Jesucristo fundamentó Su reino en el amor de Dios y hoy vemos a mucha gente que daría la vida por Él. (2Cor.4:5) (Jn.13:35)

El liderazgo se vuelve extremadamente poderoso y persuasivo cuando el líder ama verdaderamente a quien lidera. Dios no sólo quiere que lideres a tu familia sino que también la ames. La gente suele seguir las enseñanzas y el liderazgo de aquellos que más los aman.

Cuanto más camines con Dios y lo obedezcas cada día, más de Su amor será derramado en tu corazón (Ro.5:5). Después como consecuencia Él irá profundizando y enriqueciendo el amor que ya tienes por tu familia.

¿Y cómo puedo demostrar el amor que le tengo a mi esposa e hijos?

1. Ámalos con tu matrimonio

Los hijos se sientes mucho más seguros si saben que sus padres se aman. Cuando ven que abrazas, besas y expresas afecto a tu esposa, tus hijos caminarán con la frente más erguida y dormirán mejor por la noche. Por el contrario, cuando ven que sus padres no se aman o no muestran interés los puede derribar. Si estás casado y tu relación con tu esposa es incierta, debes hacer lo que sea necesario para afirmar tu matrimonio. Arregla las cosas pendientes. Obtén buenos consejos. Pide perdón por todo lo malo que hayas hecho. Habla. Escucha. Cambia. (Ef.5:25) (1Ped.3:7)

Recuerda, tú eres el hombre y Dios te ha puesto en el lugar del conductor para que tomes el volante frente a cualquier cuestión que dañe tu hogar y tu matrimonio.

Si eres divorciado, reconoce ante tus hijos que esa no es la manera en que tú ni Dios quisieron que la relación terminara. Pídeles perdón y haz un esfuerzo adicional para mostrarles en la Palabra de Dios cómo hacer que el matrimonio funcione para que el ciclo del divorcio no se repita en ellos.

2. Ámalos con palabras de afirmación

A muchísimos padres les cuesta decir “Te amo”, incluso a sus propios hijos. Pero es absolutamente necesario que escuchen de manera audible la confirmación del amor de su padre. Nuestro Padre Celestial lo hizo en el pasaje del bautismo de Jesús (Mt.3:17) (Mr.1:11) y lo vemos también en el pasaje de la transfiguración (Mt.17:5)

Por tu parte, puedes hacerlo mirando a tus hijos a los ojos y diciéndoles lo valiosos que son para ti y que estás agradecido con Dios por tenernos. En apenas diez segundos, tus palabras podrán cambiarlos y no tendrán dudas de lo infinitamente valiosos que son para ti.

3. Ámalos con tu tiempo

Ahora si bien es cierto que tus palabras son importantes, es indispensable que éstas estén respaldadas por tus acciones, de lo contrario enviarás señales contrapuestas que minarán su confianza en tu liderazgo. Esto se vuelve especialmente difícil respecto de nuestro trabajo. Debes ser trabajador, por supuesto, y cumplir con excelencia como para el Señor, pero tus hijos necesitan saber claramente que tu trabajo no es más importante que ellos. Si sienten que obtienen de ti sólo los restos de tu tiempo y energía, se van a desconectar emocionalmente de ti e irás perdiendo su confianza.

Esto sucede porque el nivel de confianza, seguridad y salud espiritual de tus hijos está directamente relacionado con la influencia que ejerces en sus vidas y tu trabajo no debería menoscabar esta influencia robándoles tiempo de convivencia. Aquí vale la pena preguntarnos ¿Cuántas horas pasamos al día conviviendo íntimamente con nuestros hijos? ¿Cuánto tiempo pasamos conversando con nuestra esposa de temas relevantes?

Tus hijos no recordarán lo que hiciste por ellos mientras estabas en el trabajo sino lo que hiciste estando junto a ellos. Y el ejemplo que des será el que ellos sigan y repitan luego con sus propios hijos.

“Prometo protegerlos”

Los padres son los principales protectores en sentido físico, emocional y espiritual de su esposa e hijos. La mayoría de los hombres no se dan cuenta o no reconocen esta asombrosa responsabilidad. Pero como padre debes saber que has sido llamado a pastorear y proteger a tus hijos en cada área de su vida durante el breve tiempo que los tienes

Jesús dijo: “Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros”. (Lc.11:21) Como el hombre fuerte de tu hogar, deberías con amor cuidar a tu familia de cualquier cosa que pudiera dañar su corazón su mente o su cuerpo. Un hombre debe estar consciente, estar informado y participar de la vida de su esposa e hijos sabiendo cómo están, lo que piensan, con quién andan y que están haciendo. Debería pedir a Dios en oración que lo ayude a discernir cualquier cosa que pudiera dañarlos. Aunque es una tarea monumental, el amor debe ser el fundamento. (Jn.15:13)

Muchas veces, como padres, nos gustaría pensar que nuestros hijos van a tomar decisiones sabias de manera automática, sin mucha supervisión y control. Pero lo cierto es que necesitan ayuda para tomar decisiones correctas. Por eso es tan importante pasar tiempo en la Palabra de Dios con tu familia. Esto les enseña a tus hijos a amar la sabiduría de Dios en vez de desarrollar un mayor apetito por las cosas del mundo. (1Jun.2:15)

“Prometo servirlos”

Cuando Jesús amaba a las personas, identificaba sus necesidades y los servía. Enseño, sanó, dio, trabajó y guio a otros en el servicio al Padre como a la humanidad. Con Su vida demostró los altos mandamientos de la Escritura: amar a Dios con todo tu corazón, son toda tu alma, con todas tus fuerzas con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo.

Cuando demuestras el valor de las personas mediante la manera de servir a los demás, tus hijos seguirán tu ejemplo. Si lo haces, ellos abrazarán tu estilo de vida de generosidad y autosacrificio, como algo natural.
Eres el pastor de tu hogar, el ejemplo principal. Si amas y sirves, tus hijos aprenderán a amar y servir. Si cuidas tus ojos, tu boca y tu mente, es muy probable que ellos también lo hagan. Y si oras por ellos con regularidad, pidiendo sabiduría, fuerzas y que su corazón este abierto a Dios y Su Palabra, el Espíritu Santo se gozará en ayudarte a que seas el padre y líder que conforma sus vidas hoy e impacte a su mundo mañana.

Todo varón puede liderar su hogar con la Palabra de Dios, Su presencia y Su ayuda.

Gustavo Martinez Rojas