Básicos Cristianos 13: Santa Cena

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  1. Santa Cena: conmemoración del nuevo pacto

    1. Tomó un poco de pan y dio gracias a Dios por él. Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Esto es mi cuerpo, el cual es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria de mí». Después de la cena, tomó en sus manos otra copa de vino y dijo: Esta copa es el nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre, la cual es derramada como sacrificio por ustedes. (Lc.22:19-20)
  2. ¿Por qué un nuevo pacto?

    1. Antiguo pacto

      1. Con el pueblo de Israel en el monte Sinaí
        Entonces Moisés subió al monte para presentarse delante de Dios. El Señor lo llamó desde el monte y le dijo: «Comunica estas instrucciones a la familia de Jacob; anúncialas a los descendientes de Israel: “Ustedes vieron lo que hice con los egipcios. Saben cómo los llevé a ustedes sobre alas de águila y los traje hacia mí. Ahora bien, si me obedecen y cumplen mi pacto, ustedes serán mi tesoro especial entre todas las naciones de la tierra; porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán mi reino de sacerdotes, mi nación santa”. Este es el mensaje que debes transmitir a los hijos de Israel». Entonces Moisés regresó del monte y llamó a los ancianos del pueblo y les comunicó todo lo que el Señor le había ordenado. Y todo el pueblo respondió a una voz: «Haremos todo lo que el Señor ha ordenado». Entonces Moisés llevó al Señor la respuesta del pueblo. (Ex.19:3-8)
      2. Sangre del pacto: sangre de corderos y machos cabríos (He.9:18-20)
        Moisés puso entonces por escrito lo que el Señor había dicho. A la mañana siguiente, madrugó y levantó un altar al pie del monte, y en representación de las doce tribus de Israel consagró doce piedras. Luego envió a unos jóvenes israelitas para que ofrecieran al Señor novillos como holocaustos y sacrificios de comunión. La mitad de la sangre la echó Moisés en unos tazones, y la otra mitad la roció sobre el altar. Después tomó el libro del pacto y lo leyó ante el pueblo, y ellos respondieron: ―Haremos todo lo que el Señor ha dicho, y le obedeceremos. Moisés tomó la sangre, roció al pueblo con ella y dijo: ―Esta es la sangre del pacto que, con base en estas palabras, el Señor ha hecho con ustedes. (Ex.24:4-8)
      3. Ley del pacto: La Torah
        1. Moisés puso entonces por escrito lo que el Señor había dicho… Después tomó el libro del pacto y lo leyó ante el pueblo, y ellos respondieron: ―Haremos todo lo que el Señor ha dicho, y le obedeceremos. Moisés tomó la sangre, roció al pueblo con ella y dijo: ―Esta es la sangre del pacto que, con base en estas palabras, el Señor ha hecho con ustedes. (Ex.24:4,7-8)
        2. Coloca dentro del arca las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto que te entregaré. Luego pon la tapa de la expiación encima del arca. (Ex.25:21)
        3. Los diez mandamientos con TODA la ley de Moisés
          1. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. (Ga.5:3)
          2. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. (Stg.2:10-11)
          3. Entonces, ¿por qué tratan ahora de provocar a Dios poniendo sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido soportar? (Hch.15:10)
      4. Otros elementos del pacto
        1. Santuario: terrenal, prototipo del celestial. (He.9:1; 8:5)
        2. Sacerdotes: los levitas. (He.7:5,14)
      5. Condiciones del pacto: si lo obedeces obtendrás justicia, tierra y bendición
        1. La justicia
          Si obedecemos fielmente todos estos mandamientos ante el Señor nuestro Dios, tal como nos lo ha ordenado, entonces seremos justos. (Dt.6:25)
          Moisés escribe que la ley exige obediencia a todos sus mandatos para que una persona llegue a ser justa ante Dios. (Ro.10:5)
        2. La tierra y la bendición
          Obedece con diligencia los mandatos del Señor tu Dios: todas las leyes y los decretos que te dio. Haz lo que es bueno y correcto a los ojos del Señor, para que te vaya bien en todo. Entonces entrarás en la buena tierra que el Señor juró dar a tus antepasados y la poseerás; y expulsarás a todos los enemigos que viven en la tierra, tal como el Señor dijo que harías. (Dt.6:17-19)
        3. La bendición y victoria sobre tus enemigos
          Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre. (Dt.28:2)
    2. Ineficacia del antiguo pacto

      1. Produce maldición y muerte por el pecado que hay en nosotros
        1. Ahora bien, ¿acaso sugiero que la ley de Dios es pecaminosa? ¡De ninguna manera! De hecho, fue la ley la que me mostró mi pecado. Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: «No codicies»[b]. ¡Pero el pecado usó ese mandamiento para despertar toda clase de deseos codiciosos dentro de mí! Si no existiera la ley, el pecado no tendría ese poder. Hubo un tiempo en que viví sin entender la ley. Sin embargo, cuando aprendí, por ejemplo, el mandamiento de no codiciar, el poder del pecado cobró vida y yo morí. Entonces me di cuenta de que los mandatos de la ley —que supuestamente traían vida— trajeron, en cambio, muerte espiritual. El pecado se aprovechó de esos mandatos y me engañó; usó los mandatos para matarme. Sin embargo, la ley en sí misma es santa, y sus mandatos son santos, rectos y buenos. ¿Pero cómo puede ser? ¿Acaso la ley, que es buena, provocó mi muerte? ¡Por supuesto que no! El pecado usó lo que era bueno a fin de lograr mi condena de muerte. Por eso, podemos ver qué terrible es el pecado. Se vale de los buenos mandatos de Dios para lograr sus propios fines malvados. Por lo tanto, el problema no es con la ley, porque la ley es buena y espiritual. El problema está en mí, porque soy demasiado humano, un esclavo del pecado. Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio. Pero si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. Entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. He descubierto el siguiente principio de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal. Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí. ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? (Ro.7:7-24)
        2. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. (Ro.8:7-8)
        3. Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: «Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley». (Ga.3:10)
      2. No puede limpiar los pecados
        1. La ley es solo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas realidades. Por eso nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, hacer perfectos a los que adoran. De otra manera, ¿no habrían dejado ya de hacerse sacrificios? Pues los que rinden culto, purificados de una vez por todas, ya no se habrían sentido culpables de pecado. Pero esos sacrificios son un recordatorio anual de los pecados, ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados… Todo sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. (He.10:1-4, 11)
    3. Por eso tenía que terminarse

      1. Si el primer pacto no hubiera tenido defectos, no habría sido necesario reemplazarlo con un segundo pacto. Pero cuando Dios encontró defectos en el pueblo, dijo: «Se acerca el día, dice el Señoren que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y de Judá. Este pacto no será como el que hice con sus antepasados cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Ellos no permanecieron fieles a mi pacto, por eso les di la espalda, dice el Señor. Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel en ese día, dice el SeñorPondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes, diciendo: “Deberías conocer al Señor”. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados» Cuando Dios habla de un «nuevo» pacto, quiere decir que ha hecho obsoleto al primero, el cual ha caducado y pronto desaparecerá. (He.8:7-13)
      2. Por una parte, la ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficaz, ya que no perfeccionó nada. Y, por la otra, se introduce una esperanza mejor, mediante la cual nos acercamos a Dios. (He.7:18-19)
    4. Entonces ¿qué propósito tenía?

      1. Tenía el propósito de moderar / regular el comportamiento
        1. La ley fue nuestra tutora hasta que vino Cristo; nos protegió hasta que se nos declarara justos ante Dios por medio de la fe. (Ga.3:24)
        2. Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley? Fue añadida por causa de[a] las transgresiones hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa. La ley se promulgó por medio de ángeles, por conducto de un mediador. (Ga.3:19)
      2. Manifiesta tu condición: eres pecador
        1. Ahora bien, ¿acaso sugiero que la ley de Dios es pecaminosa? ¡De ninguna manera! De hecho, fue la ley la que me mostró mi pecado. Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: «No codicies» (Ro.7:1)
        2. La ley sencillamente nos muestra lo pecadores que somos. (Ro.3:20)
        3. Entonces, ¿para qué se entregó la ley? Fue añadida a la promesa para mostrarle a la gente sus pecados, pero la intención era que la ley durara solo hasta la llegada del hijo prometido. (Ga.3:19)
      3. Y la necesidad que tienes de un salvador: Cristo
        1. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Pero, ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía. (Ga.3:24-25)
        2. Pues esas reglas son solo sombras de la realidad que vendrá. Y Cristo mismo es esa realidad. (Col.2:17)
    5. ¿Cómo y cuándo termina la ley?

      1. Jesús no vino a abolirla sino a cumplirla

        1. No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos. Les digo la verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla. Entonces, si no hacen caso al más insignificante mandamiento y les enseñan a los demás a hacer lo mismo, serán llamados los más insignificantes en el reino del cielo; pero el que obedece las leyes de Dios y las enseña será llamado grande en el reino del cielo. (Mt.5:17-19)
        2. Pero, cuando se cumplió el plazo,[a] Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. (Ga.4:4-5)
      2. De acuerdo a la ley eras maldito y debías morir… y lo hiciste en Cristo
        1. Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: «Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley»… Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero». (Ga.3:10-13)
        2. Él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados… el Señor puso sobre él los pecados de todos nosotros. (Is.53:5-6)
        3. Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. (Col.2:14)
        4. Ustedes murieron al poder de la ley cuando murieron con Cristo y ahora están unidos a aquel que fue levantado de los muertos. (Ro.7:4)
        5. Ustedes han muerto con Cristo, y él los ha rescatado de los poderes espirituales de este mundo. (Col.2:20)
        6. ¿Acaso no saben ustedes qué todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? (Ro.6:3)
        7. El camino antiguo, con leyes grabadas en piedra, conducía a la muerte… trae condenación. (2Co.3:7-9)
      3. Al morir estas libre de esa ley (de ese pacto)
        1. Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. (Ga.2:19-20)
        2. Hermanos, les hablo como a quienes conocen la ley. ¿Acaso no saben que uno está sujeto a la ley solamente en vida? Por ejemplo, la casada está ligada por ley a su esposo solo mientras este vive; pero, si su esposo muere, ella queda libre de la ley que la unía a su esposo. Por eso, si se casa con otro hombre mientras su esposo vive, se le considera adúltera. Pero, si muere su esposo, ella queda libre de esa ley, y no es adúltera aunque se case con otro hombre. Así mismo, hermanos míos, ustedes murieron a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de pertenecer al que fue levantado de entre los muertos. De este modo daremos fruto para Dios. (Ro.7:1-4)
        3. Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! (Ro.6:15)
        4. Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. (Ro.6:4)
        5. Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley, sino bajo la gracia. (Ro.6:14)
        6. Pero ahora fuimos liberados de la ley, porque morimos a ella y ya no estamos presos de su poder. Ahora podemos servir a Dios, no según el antiguo modo —que consistía en obedecer la letra de la ley— sino mediante uno nuevo, el de vivir en el Espíritu. (Ro.7:6)
  3. Nuevo pacto

    1. Anunciado en el A.T. al pueblo de Israel

      1. Vienen días —afirma el Señor— en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo —afirma el Señor—. Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el Señor—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al Señor!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán —afirma el Señor—. Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados. (Jer.31:31-34)
      2. «El Redentor vendrá a Jerusalén para rescatar en Israel a los que se hayan apartado de sus pecados», dice el SeñorY este es mi pacto con ellos —dice el Señor—. Mi Espíritu no los dejará, ni tampoco estas palabras que les he dado. Estarán en sus labios y en los labios de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, para siempre. ¡Yo, el Señor, he hablado! (Is.59:20-21)
    2. No de la letra, sino del Espíritu

      1. Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra, sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. (2Co.3:6)
    3. Características del pacto

      1. La sangre del pacto:
        1. La de Cristo. (He.9:12-14; 23)
      2. Mediador del pacto:
        1. Cristo, sacerdote por la orden de Melquisedec. (He.9:11,15, 6:19,20; 7:15-28; 1Ti.2:5)
      3. El santuario:
        1. El cielo mismo, la presencia de Dios. (He.9:11-12, 24)
      4. Su ley: “Ley de Cristo”
        1. Porque cuando cambia el sacerdocio, también tiene que cambiarse la ley. (He.7:12)
        2. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios, sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley. (1Co.9:21)
        3. Mandamientos del antiguo que se ratifican en el nuevo
          Todo maestro de la ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos. (Mt.13:52)

          1. Leyes por las que se juzga a las naciones. (Dt.18:9-13)
        4. Concilio de Jerusalén. (Hch.15:1-35)
      5. Su tiempo:
        1. Comienza con el sacrificio de Jesús —cuando termina el pacto anterior.
          Ustedes murieron al poder de la ley cuando murieron con Cristo y ahora están unidos a aquel que fue levantado de los muertos. (Ro.7:4)
      6. Su propósito:
        1. Santificarte, hacerte perfecto (He.10:10, 14)
        2. Perdonar tus pecados (He.10:17)
        3. Para restaurar tu relación con Dios (He.10:19, Ro.5:1,10)
        4. Darte el Espíritu (Is.59:20-21)
      7. Su vigencia:
        1. Eterna (He.13:20)
  4. Ritual para conmemorar el nuevo pacto: Santa Cena

    1. Propósito:

      1. Conmemorarlo a él y su obra 
        1. También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: ―Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: ―Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes. (Lc.22:19-20)
        2. Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y, después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí». De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí». (1Co.11:23-25)
      2. Proclamar su muerte (su obra redentora) hasta que él venga
        1. Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga. (1Co.11:26)
      3. Reafirmar tu vinculación (comunión) con Cristo y su cuerpo
        1. Cuando bendecimos la copa en la mesa del Señor, ¿no participamos en la sangre de Cristo? Y, cuando partimos el pan, ¿no participamos en el cuerpo de Cristo? Aunque somos muchos, todos comemos de un mismo pan, con lo cual demostramos que somos un solo cuerpo. (1Co.10:16-17)
    2. Símbolos:

      1. El pan: símbolo de su cuerpo
        Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles: ―Tomen y coman; esto es mi cuerpo. (Mt.26:26)
      2. El vino: símbolo de su sangre
        Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles: ―Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados. (Mt.26:27-28)
    3. ¿Jesús se encarna en el pan? ¿el vino se transforma en sangre? ¿se vuelve a sacrificar a Jesús?

      1. El vino no se convirtió en sangre… de hecho le sigue llamando “vino” después de mencionarlo como su sangre
        Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles: ―Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados. Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre. (Mt.26:27-29)
      2. El pan siguió siendo pan, pues es un símbolo de su cuerpo, como muchos otros símbolos
        1. El camino (Jn.14:6)
        2. Un pastor (Jn.10:11)
        3. La vid (Jn.15:5)
        4. La puerta (Jn.10:9)
        5. La luz (Jn.8:12)
        6. El pan (Jn.6:35)
      3. Comer su carne = creer en él, aceptarlo
        1. Come de este pan y vivirás para siempre
          ―Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed… Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva… El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí. (Jn.6:35,51,56-57)
        2. El que cree en el hijo tiene vida eterna
          ―Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed… Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final… Ciertamente les aseguro que el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y sin embargo murieron… Este es el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre. (Jn.6:35,40,47-49,58)
      4. No podemos sacrificarlo vez tras vez —como se asevera en la misa
        1. Lo que dicen los católicos
          1. De acuerdo al Nuevo Catecismo de San José de Baltimore, Vol 2, Asunto 357, dice “La misa es el sacrificio del nuevo pacto en el cual Cristo, a través del ministerio del sacerdote, se ofrece a si mismo a Dios de manera incruenta bajo las apariencias del pan y el vino. La misa es el sacrificio de Cristo ofrecido de manera sacramental… la realidad es la misma pero la apariencia difiere.”
          2. Los católicos romanos son rápidos al decir que la Eucaristía no es un re-sacrificio de Cristo. Quieren poner en claro que Cristo fue ofrecido solo una vez para siempre y que la misa no es un re-sacrificio sino una “re-presentación” del sacrificio. Ciertamente no queremos malinterpretar la teología Católico Romana, pero debemos preguntarnos como es posible que la Misa no sea un re-sacrificio de Cristo cuando la misa es llamada un sacrificio divino (CIC 1068) y que es realizado una y otra vez. Se nos dice que “el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son un solo sacrificio”; (CIC 1367); que es un sacrificio incruento y que es propiciatorio, (CIC 1367); que puede hacer reparación de pecados (CIC 1414); y es para ser considerado un real y propio sacrificio (Enciclopedia Católica, tema de “El sacrificio de la misa”). Debemos concluir que es un sacrificio que ocurre una y otra vez y debido a que se dice que es un real y propio sacrificio y que es propiciatorio, entonces lógicamente debe ser un re-sacrificio de Cristo. Si no lo es, entonces ¿Cómo puede ser llamado sacrificio de Cristo? Además, ¿Cómo puede ser propiciatorio si no es el sacrificio de Cristo ya que la ofrenda de Cristo en la cruz es en verdad propiciatoria? (MIAPIC)
        2. La realidad

          1. Tal Sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho mas sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a si mismo. (Heb. 7:26-27)
          2. Él entró en el cielo mismo para presentarse ahora delante de Dios a favor de nosotros; y no entró en el cielo para ofrecerse a sí mismo una y otra vez, como lo hace el sumo sacerdote aquí en la tierra, que entra en el Lugar Santísimo año tras año con la sangre de un animal. Si eso hubiera sido necesario, Cristo tendría que haber sufrido la muerte una y otra vez, desde el principio del mundo; pero ahora, en el fin de los tiempos, Cristo se presentó una sola vez y para siempre para quitar el pecado mediante su propia muerte en sacrificio. (Heb.9:24-28)
          3. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Ciertamente, todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. (Heb.10:10-12)
    4. Quiénes pueden participar:

      1. Sólo la iglesia: los redimidos por su sangre
        1. Cuando bendecimos la copa en la mesa del Señor, ¿no participamos en la sangre de Cristo? Y, cuando partimos el pan, ¿no participamos en el cuerpo de Cristo? Aunque somos muchos, todos comemos de un mismo pan, con lo cual demostramos que somos un solo cuerpo. (1Co.10:16-17)
        2. Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su propia condena. (1Co.11:28-29)
          1. Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes? ¡A menos que fracasen en la prueba! (2Co.13:5)
      2. Los que están caminando en santidad
        1. Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. (1Co.11:28)
    5. Quién la puede dirigir:

      1. Cualquier cristiano nacido de nuevo (la iglesia): “Haced esto” (1Co.11:24)
    6. Cuantas veces:

      1. Todas las veces que se toman estos elementos en memoria de él
        Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga. (1Co.11:26)
      2. Comúnmente practicada en las reuniones como iglesia
        En las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos. Pues parece que hacen más daño que bien cuando se juntan. Primero, oigo que hay divisiones entre ustedes cuando se reúnen como iglesia y, hasta cierto punto, lo creo. Así que, ¡por supuesto que tiene que haber divisiones entre ustedes, para que los que tienen la aprobación de Dios sean reconocidos! Cuando ustedes se reúnen, la verdad es que no les interesa la Cena del Señor. Pues algunos se apresuran a comer su propia comida y no la comparten con los demás. Como resultado, algunos se quedan con hambre mientras que otros se emborrachan. (1Co.11:17-21)
    7. Abusos:

      1. Comerlo sin orden
        Cuando ustedes se reúnen, la verdad es que no les interesa la Cena del Señor. Pues algunos se apresuran a comer su propia comida y no la comparten con los demás. Como resultado, algunos se quedan con hambre mientras que otros se emborrachan. ¿Qué? ¿Acaso no tienen sus propias casas para comer y beber? ¿O de veras quieren deshonrar a la iglesia de Dios y avergonzar a los pobres? ¿Qué se supone que debo decir? ¿Quieren que los elogie? Pues bien, ¡de ninguna manera los elogiaré por esto!… Así que, mis amados hermanos, cuando se reúnan para la Cena del Señor, espérense unos a otros. Si de veras tienen hambre, que cada uno coma en su casa, a fin de no traer juicio sobre ustedes mismos cuando se reúnan. Les daré instrucciones sobre los demás asuntos después de mi llegada. (1Co.11:20-22, 33-34)
      2. Comerla de forma indigna
        Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. (1Co.11:27)
    8. Castigos por abusos:

      1. Enfermedad y muerte
        Pues, si alguno come el pan y bebe de la copa sin honrar el cuerpo de Cristo, come y bebe el juicio de Dios sobre sí mismo. Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto. Si nos examináramos a nosotros mismos, Dios no nos juzgaría de esa manera. Sin embargo, cuando el Señor nos juzga, nos está disciplinando para que no seamos condenados junto con el mundo. (1Co.11:29-32)
      2. No creas que es la única cosa por la cual nos disciplina (Ananías y Safira en Hechos 5)

Alberto Vazquez Botello